Me apena
tanto tu silencio constante, tu simulado olvido...
Conozco
perfectamente tu capacidad de indiferencia, pero creí que habíamos logrado un
puente, una carretera, un camino empedrado, un callejón... que nos permitían
una forma de volver por muy dolorosa que esta fuera. Y creí que utilizarías esa
vía si algún día querías reincorporarte en serio.
Pero
ahora, sólo tu silencio, tu amnesia, tu distancia, tu nada.
Y yo me
voy quedando sin razones, sin excusas... yo me voy quedando sin paciencia.
Ya sólo
me queda esta lucha entre lo que quiero y lo que merezco, lo que necesito y lo
que no quiero repetir, entre mis palabras y mis hechos, esta lucha entre mi
miedo y mis ojos cerrados...
Pero me
voy quedando, igual que tú: en silencio y alejado, amnésico, sin ganas de nada.